La policía se amolda a los cambios constantes de la realidad y por ello
está ampliando su radio de actividad de las calles más peligrosas de
nuestras ciudades a los caminos virtuales de medios sociales como
Facebook para garantizar la seguridad de los ciudadanos y atrapar a los
delincuentes. Se ha publicado un informe en el que se detalla la manera
de aprovechar los medios sociales en beneficio de la labor policial,
desde la recopilación de perfiles delictivos a partir de las páginas en
las que alguien pulsa «Me gusta» hasta la comunicación con el público.
Este estudio es fruto del proyecto Composite («Comparative police
studies in the EU»), dotado de fondos por valor de 6,6 millones de euros
en virtud del tema de Seguridad del Séptimo Programa Marco (7PM) de la
Unión Europea.
El mencionado informe, titulado «Best Practice in Police Social
Media Adaptation» («Mejores prácticas para la adaptación policial a los
medios sociales»), está basado en análisis en profundidad, entrevistas y
grupos de debate en los que han participado especialistas en
informática y funcionarios de fuerzas del orden de trece países
europeos. En dicho trabajo se indica que, si se usan adecuadamente, los
medios sociales pueden ser de ayuda para mejorar la confianza y la
comprensión entre la población de una zona determinada y la policía
local. Se trata del segundo informe elaborado por Composite sobre la
adaptación a las tecnologías y en él se reúnen las experiencias de los
pioneros y primeros usuarios de los medios sociales entre las fuerzas
policiales europeas. Uno de los ejemplos recogidos procede del Reino
Unido, donde muchas comisarías utilizan de manera activa y habitual los
medios sociales para el cumplimiento de sus deberes cotidianos.
Funcionarios policiales hacen las veces de gabinete de prensa y se valen
de estos medios para mantener informada de sus actividades a la
población de su distrito y también para divulgar avisos y órdenes de
busca y captura.
El coordinador del proyecto, el Dr. Sebastian Denef del Instituto
Fraunhofer de Informática Aplicada (FIT), explicó que la expansión al
ciberespacio y el uso de las plataformas de medios sociales son en parte
inevitables, pero que además pueden resultar medidas productivas si se
utilizan adecuadamente.
«De todos modos, en los medios sociales se habla de la labor
policial en general y de sucesos concretos. Así pues, la cuestión no es
si los medios sociales son idóneos para tratar temas de interés para las
fuerzas del orden, sino cómo pueden éstas participar y sacarles
partido. Si la policía no actúa, otros cubrirán el hueco», destacó el
Dr. Denef. Un ejemplo de ello es una página no oficial en Facebook donde
se difunden noticias sobre la policía de Berlín y que cuenta con más de
15 000 seguidores. De modo similar, en Twitter existe un canal sobre la
región neerlandesa de Haaglanden creado por un autodenominado admirador
de la policía y seguido por unos 2 500 usuarios. Por consiguiente, la
falta de una presencia fiable de la policía en los medios sociales
supone un caldo de cultivo para que surjan rumores, especulaciones y
malentendidos.
Otro argumento esgrimido en el informe a favor del uso de los medios
sociales es que los medios de comunicación tradicionales, como los
periódicos, la televisión y la radio, son ineficaces para comunicarse
con la franja más joven de la sociedad, la cual resulta muy importante
para muchos aspectos de la tarea policial. Los medios sociales han
resultado además de gran utilidad en situaciones excepcionales tales
como atentados terroristas o catástrofes. En crisis de gran tamaño, han
servido como medios de comunicación de eficacia probada para mantener
informada a la población al margen de la infraestructura informática de
las fuerzas del orden.
En el informe también se abordan casos prácticos, uno de ellos
relacionado con los disturbios sucedidos en 2011 en el Reino Unido. La
policía británica obtuvo una perspectiva más completa sobre esta
situación de crisis gracias al uso de los medios sociales. Los
investigadores pueden considerar los medios sociales como nuevos
espacios públicos en los que el cuerpo de policía debe estar presente y
ser visible. Otro ejemplo es una iniciativa emprendida en abril de 2011
en la que la policía de Helsinki encargó a tres agentes la tarea a
tiempo completo de crear una comisaría de policía virtual en varias
plataformas de medios sociales. En cuestión de unos pocos meses los
usuarios les remitieron unas 250 denuncias. En los Países Bajos también
hay en servicio varias comisarías de policía virtuales.
Pese a las ventajas potenciales, sigue habiendo algunas cuestiones
importantes por resolver. En Alemania se han planteado escollos de
índole legal, al igual que en Reino Unido y Países Bajos, aunque de
menor gravedad. Una cuestión fundamental desde los puntos de vista legal
y procedimental para las fuerzas del orden es la cooperación con
proveedores de estos servicios como Facebook y Twitter, empresas
privadas con sede en otros países y sometidas a jurisdicciones
extranjeras. A este respecto, la policía habrá de recopilar y evaluar
más experiencias. No obstante, se considera que el esfuerzo merece la
pena ante las ventajas previsibles de usar estos medios para la policía,
a las cuales se pasa revista en dicho informe.
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